La Huella es el lugar elegido por los jóvenes durante los fines de semana de verano en Monte Hermoso para hacer fiestas al aire libre y sin control.
El lugar está ubicado a 15 kilómetros del centro, pegado a la reserva natural y no se puede acceder en auto. Sí o sí debe hacerse en camioneta, algún vehículo 4 x 4 o a pie. Pero no pueden llegar ambulancias ni hay señal de celular.
En ese contexto, la periodista Mónica Carmelino escribió un texto en el medio local Noticias Monte Hermoso contando de qué se trata y los peligros que eso implica.
Las Huellas. De reserva natural a fiestas peligrosas y sin control
Es solo cuestión de tiempo hasta que lamentemos un hecho amargo en la zona de Las Huellas, un sector de la playa de Monte Hermoso que pese a ser reserva natural pasó a ser espacio de esparcimiento nocturno liberado.
Hay lugares que nacen por necesidad, que se ocultan por precaución y que –muchas veces– se instalan y permanecen, tal vez por costumbre.
Así nació lo que en un principio se denominó “La Olla”, por la cercanía con ese terreno, que es un desnivel profundo en medio de los médanos en el sector oeste de la ciudad, lo suficientemente alejado del centro para que no sean denunciados por ruidos molestos. Además, un lugar donde no se existe ningún tipo de control (ni de tránsito, ni policiales, ni familiares).
Ese espacio tuvo mucha vigencia en época de pandemia. Era un lugar donde los y las jóvenes se reunían huyendo un poco de las autoridades, ya que estaban prohibidas las reuniones y encuentros multitudinarios. Y así fue creciendo.
Hoy, y desde hace alguno veranos, ese lugar de la cita para beber, bailar, divertirse se extendió bastante más al oeste de La Olla. Es en el mismísimo límite con Pehuen Co, en la zona de reserva de las huellas arqueológicas, algunos metros más alejados de la costa.
La intención de esta nota es plantear la realidad de estos encuentros. Es una zona de muy difícil acceso. Solo se puede llegar en vehículos 4×4, camionetas, cuatriciclos, UTV o areneros. La otra opción es llegar caminando, pero el trayecto a recorrer, de puro médano, es muy largo, ya que se extiende por un poco más de 10 kilómetros desde el punto de la denominado “Olla”.
Esto significa que si alguien llega hasta el lugar en un vehículo, con varias personas en el mismo, debería volver con las mismas personas, situación que no siempre sucede. Por las mañanas, al salir el sol o incluso antes, pueden verse decenas de jóvenes caminando ese interminable trayecto.
Además, quienes eligen irse antes corren un gran peligro de ser atropellados por los mismos vehículos que transitan por el lugar durante toda la madrugada. El trayecto es de riguroso médano, porque allí ya no hay camino, salvo un pequeño tramo tipo sendero sobre la costa para acceder al sitio de la reserva natural. Luego deben retomar por el camino que lleva hasta el Camping Americano.
El punto de preocupación es la falta de controles. Allí los vehículos transitan sin ninguna precaución a la par de los que andan caminando. Todos con mucho consumo de alcohol, y aunque no se diga, también de estupefacientes. Parlantes, bebidas, drogas… fiesta y descontrol. El riesgo de provocar un accidente es inminente, o de que se dé una situación de abuso. Porque todo esto sucede en la oscuridad, sin supervisión, sin reglas, sin autoridades, sin consecuencias. Solo se ven las luces de los vehículos. Y así aguardan el alba.
Más de un video circula mostrando esos encuentros. Y hay uno en particular que circuló esta semana donde un joven junta una cantidad impresionante de botellas del consumo de una noche, basura que va desde tetra brick hasta botellas de vidrio, plástico y envoltorios. No es necesario siquiera destacar la contaminación que esto produce, ya que quienes llegan a la fiesta con sus bebidas y envases, no se llevan la basura, y ésta se amontona día tras días entre las dunas, y mucha de ella termina en el océano.
Se requiere urgente control de esto. No hay necesidad de reunirse tan lejos. Pueden hacerlo en la playa, donde serán cuidados y asistidos si necesitan algo, en los locales bailables de la ciudad, lo mismo que en locaciones privadas.
Hasta allí llegan varones, mujeres, mayores y menores. Sin ningún control, sin señal de celular, sin que sus padres sepan que están allí. Si, muchos de ellos van a escondidas. Llegan en condiciones que desconocemos, algunos manejando en estado de ebriedad, sin edad necesaria para conducir, y con poca experiencia en conducción en ese tipo de terreno. ¿Qué pasa si alguien se desmaya? ¿Qué pasa si alguno sufre un coma alcohólico? ¿O una sobredosis como la joven nutricionista que murió recientemente en Mar del Plata? ¿Qué pasa si alguien es abusado o agredido sexualmente? ¿Cómo llega la ayuda, las autoridades, la policía, la ambulancia siquiera?
Si nuestros jóvenes no pueden apreciar el riesgo de estos encuentros, es nuestra responsabilidad de adultos hacerlo. Antes que tengamos que lamentar un hecho grave, un accidente o una muerte, lo cual está latente.