Una vez más Epecuén apareció bajo un manto blanco, pero a diferencia de otros lugares turísticos donde se trata de nieve, en este caso es sal.
Son cristales blancos que se generan cuando el sulfato de sodio se solidifica al quedar expuesto a bajas temperaturas.
Desde el Museo de Carhué explicaron que el Lago Epecuén es una salina húmeda y es el punto final de una cuenca de lagunas encadenadas y sin salida, que recibe aportes tanto de esas lagunas aguas arriba o de pequeños arroyos.
Sin embargo, el aporte más importante de minerales es el dado por los surgentes que los arrastran desde las profundidades de la tierra. Esta condición milenaria fue almacenando en su lecho millones y millones de toneladas de minerales, en especial sales.
“Dependiendo de los ciclos hídricos, estos minerales o se diluían o se precipitaban conformando costras de cristales o ‘manto de sal’ como se lo conocía popularmente”.